Que Descarado

domingo, 17 de junio de 2012

Servicio puerta a puerta

Pronto llegarían visitas a la casa y la alacena estaba vacía, tenía que ir a hacer un buen mercado, comprar lo suficiente para la semana que ellos estarían de huéspedes; llegué hasta la plaza, comencé a comprar como adolescente estrenando tarjeta de crédito; quería mucha fruta, bastantes verduras; la idea era dar la mejor impresión ante la familia de mi novio. Cuando terminé de comprar y organicé las compras, pude ver que yo no podría cargar con todo el mercado, me resultaba muy pesado; afortunadamente para mi, cerca estaba un muchacho, era el encargado de recibir el mercado de los camiones; lo había visto ya varias veces, le hablaba en ocasiones, él siempre era muy amable, aunque me disgustaba los piropos que le hacía a algunas muchachas de la plaza. Se ofreció a ayudarme a llevar el mercado hasta la casa, su turno de trabajo ya había acabado, no me negué, era algo que necesitaba. Llegamos a la casa, le ofrecí una cerveza en lata, era lo único que tenía en la nevera; él se quedó en la sala un momento tomándosela, ya me había contado que vivía con su novia en una habitación arrendada; ahora, me hablaba de los planes que tenía con ella, mientras se miraba en el espejo una herida que se habia hecho en la espalda, me describió que se le resbaló  una caja  cuando la bajaba del camión, pero que tan solo fue un rasguño, que él se quitó a tiempo antes que le cayera en un pie. Con la camisa medio levantada, pude verle lo bien trabajado que tenia su abdomen; pero disimulando lo suficiente para que él no notara que yo lo estaba escaneando con la mirada, al igual que tantas veces en la plaza cuando cruzaba cargando cajas o bultos, con su camisa humedecida del sudor y su ropa que siempre andaba sucia, con manchas de cualquier tipo. Le dije que se tenia que limpiar esa herida para que no se le infectara, al principio se negaba, decía que eso le pasaba seguido, pero yo insistí ofreciéndome a limpiarle, busqué rápido el botiquín, cuando llegué con el, ya se había quitado la camisa; me detuve un momento al verlo así, sus músculos resaltaban entre la suciedad y algunas de sus marcas de trabajo que tenia en su  espalda; apenas recuperé el aliento me acerqué para limpiarle la herida. Él no dejaba de mirarse al espejo, a mi no me incomodaba, pues de vez en cuando subía sus brazos para mirarse como se le marcaban los bicepts, de reojo por medio del espejo también yo estaba aprovechando para mirar su pecho y cada gesto que hacia al ver que estaba haciendo un buen trabajo con su cuerpo; yo lo miraba con cierta envidia de su novia, él me gustaba, pero pensar que tuviese una novia me indicaba que no tendría oportunidad, cuando me preguntó con quien vivía y quien era el muchacho con quien yo a veces iba a la plaza, le dije que era un compañero de universidad; tuve toda la intención de decirle la verdad, que ese muchacho era mi novio y que en ese momento tenia unas ganas de serle infiel y se me estaban saliendo de control; preferí cambiar de tema y ofrecerle otra cerveza, ya me estaba gustando hablar con él, a pesar de estar hablandome de su novia y de lo rico que es tener sexo con las viejas, y cuanto les gustaba a ellas sus brazos gruesos que las pudieran cargar; mas me invadía la envidia hacia ella. Mario, así se llamaba; tenia una manía que nunca he entendido de los hombres hetero, se mandaba la mano a la entrepierna se lo levantaba o no sé que se hacía, sigo sin encontrarle sentido a esa costumbre; pero bueno, esta mania me estaba arrechando y llenando de mas envidia, imaginarme que todo eso lo estaba aprovechando ella y yo no podia darle la probada, a ese hombre tan rudimentario, lleno de sudor y de suciedad; él ya se había percatado que yo lo miraba cada vez que se llevaba la mano, y comenzó a mirarme con una sonrisa bastante picara, me sentí al descubierto, me puse nervioso entonces me tomé un momento para ir al baño, cuando me estaba enjuagando las manos, él llegó también al baño para orinar, yo no me incomodé al contrario, eso me dio la oportunidad de verle la verga, era gruesa, estaba bien dotado, pero yo ahora no podía disimular que lo que estaba viendo me gustaba mucho, él al acabar de orinar voltió hacia mi, mientras que guardaba su verga dentro del pantalón; que ordinario, pensé yo, pero la verdad estaba encantado con ese movimiento, quedé muy ansioso y arrecho, se me notaba en la cara que había quedado extasiado con esa escena. Volví a la sala rápidamente para desviar un poco los pensamientos, pero él volvió detrás mio, "siempre he querido comerme ese culo", me dijo al pararse detrás mio; pasé saliva y me arriesgué de tal forma que él lo había hecho, "¿y que esperas?" le pregunté, me quité la ropa sin voltear a verlo, no tenia necesidad ya que el espejo me daba un buen angulo de visión para ver lo que haría; sin dejar de ver mi culo se bajó el pantalón, se deshizo de sus zapatillas, quedando solo en interiores, por un momento se detuvo a acariciar mis nalgas o mejor dicho a jugar con ellas, las separaba y cerraba; le pasé un condón que saqué de mi billetera, "dale, no perdamos tiempo, ya es tarde y es mejor que nos demos prisa"; yo estaba afanado porque podría llegar mi novio o sus familiares y yo no había organizado el mercado, ni mucho menos la cena para la noche; sin demora se colocó el condón mientras que yo me acomodaba en cuatro sobre la alfombra, escupí un poco de saliva en mi mano para lubricar mi sediento trasero, él también me ayudó con su saliva, me penetró suavemente, como quien disfruta al comer el postre del que estaba antojado; movía sus caderas de forma circular y lenta, luego de saborear mi culo por dentro ya se sintió con la suficiente arrechera para penetrarme mas duro, me dio bastante duro, mientras que me daba algunas nalgadas; mis rodillas sobre la alfombra comenzaron a incomodarse pero me tenía bastante excitado que no me importó para nada, era algo que yo deseaba cada vez que lo veía en la plaza de mercado; ahora era su sudor el que corria por su pecho y se penetraba en mi espalda; luego de intensa penetración se vino dentro de mí gritando y haciendo gestos,  preferí no darle importancia a eso para que no me dañara el momento, él sacó su verga y así yo me pude incorporar y recostarme en un sillón para acabarme de masturbar y venirme sobre mi pecho, me vine como loco, estaba muy arrecho, mi semen me alcanzo a caer en la cara, lo cual no me disgustaba para nada; Mario me se vistió rápido, "es mejor que me vaya ya, llegaré tarde a la casa, yo vivo lejos" me dijo para despedirse, yo le dí un beso en la mejilla, no me atrevía a besarle en la boca hasta que el no lo hiciera, también le sentía algo de culpa por lo que hizo pero no quise hablarle del tema, lo dejé ir sin comentar nada mas de lo sucedido, abrí la puerta de la casa, tapando mi desnudez con la puerta simplemente, luego fui a ducharme para comenzar a organizar el mercado y la comida. 

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